La empresa Symbolics, ya desaparecida, fue quien en el año 1985 por primera vez lanzó una dirección web terminada por un .com, a la cual le siguieron otras cinco empresas más que hicieron lo mismo, pero no fue hasta 1997 cuando este tipo de dominio se extendió por la web como la pólvora (en gran medida debido a que la propia red no eclosionó hasta ese mismo año).

A pesar de su corta vida detrás del .com hay bastante historia, por ejemplo en un primer momento se rumorea que la idea no era usar .com sino .cor ya que todo esto iba orientado a empresas, pero finalmente eligieron algo más genérico donde “entrara todo el mundo”. Donde sí que hay unanimidad es en apuntar al mítico navegador web Mosaic de Netscape como uno de los grandes impulsores de la extensión del uso del “puntocom” y la red en general.

Otro momento históricos, y desagradable, para el .com llegó por el año 2000 cuando se vivió aquél fenómeno que fue bautizado como “la burbuja de las puntocom”, momento en el que cientos de portales con un .com en sus URLs tuvieron que echar el cierre, a lo que le siguió una completa reestructuración del ecosistema empresarial de Internet.

A día de hoy el .com ya es mucho más que una simple extensión para una web, forma parte del tejido de nuestras vidas hasta tal punto que ni siquiera nos damos cuenta y también es un estupendo indicador del estado de salud de Internet a nivel general.

 

La elección de un nombre de dominio es el comienzo de la presencia online de cualquier proyecto y de esa elección dependerá, en gran medida, el éxito del mismo.